La Iglesia Parroquial de San Sebastián
Se desconoce la fecha inicial de construcción de esta Iglesia, pero si se conoce que a mediados del siglo XV estaba en pie, constituida, únicamente, por la nave central que ha llegado a nuestros días, teniendo adosada una torre campanario cuyo emplazamiento podría coincidir con el actual. La tipología constructiva de la nave central en sus paramentos, en piedra y ladrillo, según se aprecia actualmente en el exterior de su ábside de cabecera, hacen pensar en una técnica mudéjar que, junto con el conocimiento de su plena operatividad en el inicio del siglo XV, llevarían a pensar que su construcción inicial se debió dar en el siglo XIV o, incluso, en los previos.
Los Libros de Fábrica de la Iglesia que han llegado hasta nuestros días registran, indirectamente, una primera obra de mejora de la Iglesia, la realización del coro, ya que, en 1470, a la hora de ubicar enterramientos, estos se refieren a su posición junto al “coro nuevo”, por lo que éste debió construirse en años anteriores, no muy distantes de esta fecha. Su estructura actual, y especialmente la tipología y envejecimiento sus vigas vistas, junto al hecho de no haberse documentado reformas posteriores, permiten aventurar que el coro actual es el referido en estas fechas.
De forma inequívoca, estos mismos Libros registran una primera ampliación de la Iglesia entre 1493 y 1495, describiendo la construcción, de nueva planta, de la nave lateral, paralela a la central, que actualmente alberga las capillas, junto con la ampliación de la puerta principal, seguramente hasta su estado actual, y la apertura de los tres arcos que integran y comunican las dos naves y la ejecución de la capilla de cabecera de esta nueva nave.
De lo que se deduce del relato expuesto en los Libros, en la realización de esta ampliación la Iglesia corrió con los costes de materiales, excluida la piedra, y su acarreo. Así, se recoge la compra, y cuantificación precisa, de tejas, ladrillo, cal y yeso en lugares próximos, como Pezuela o Valdarachas, y la realización de las vigas a partir de troncos de álamos cortados en la propia Villa, en el sitio denominado el Val, aunque se compraron fuera las vigas maestras de madera. En la compra y acarreo de materiales la Iglesia pago los salarios de más de 30 peones.
Se conoce también que las obras fueron dirigidas por el Maestro Alfonso Carpentero, por el abono que le hace de algunas actuaciones singulares, como es el caso de la sobrecapilla, ubicada al principio de la nave, el altar de la capilla frontal de la nave, bajo ésta y la estructura final para la nueva puerta de acceso. Posteriormente, en 1507, la Iglesia volvería a contratar a este Maestro para realizar un segundo altar junto al frontal anterior, si bien en este caso lateral. Todas estas estructuras se conservan en la iglesia actual.
La cofinanciación de estas obras de ampliación de la Iglesia por parte de Pedro Gómez de Ciudad Real, II Señor de Pioz e hijo de Álvar Gómez, que debía haber fallecido poco antes de su inicio, hace que la parte costeada por éste, básicamente la cantería y piedra, su puesta en obra y la construcción propiamente dicha, haya quedado sin registros históricos.
También de esta época es otro de los elementos singulares que se conservan actualmente en la Iglesia, la pila de bautismo. De una cierta envergadura, está tallada en una sola pieza de piedra caliza y alojada en un pequeño baptisterio al fondo de la nave central. No se tiene una datación concreta de ésta, si bien se tiene referencia, en 1506, de la orden del Visitador del Arcedianadgo de Guadalajara para que se reponga la pila bautismal, por estar la existente rajada, con lo que su encargo se pudo realizar en esta fecha. En este contexto, es previsible que el baptisterio, en sí, existiera ya, siendo previsible que su datación fuera contemporánea con la de la nave central de la Iglesia primigenia, en la que se integra.
Poco después de la finalización de la nave lateral, en 1510, se aborda la reconstrucción de la torre de la Iglesia, seguramente en su totalidad, dada la entidad de la obra que se abordó. El maestro cantero que dirigió esta obra fue Juan de los Helgueros, que ya había participado en la anterior obra de ampliación. Entre 1510 y 1511 se aborda la cimentación y el levantamiento en piedra de los paramentos exteriores, en este caso con piedra obtenida en canteras de Pioz, realizándose entre 1512 y 1513 la parte alta y los arcos en piedra para ubicación de las campanas, el anclaje para éstas y la estructura de madera para los pisos y escaleras En 1513 se abordan los acabados, la formación de suelos con tablas costeras y yeso, el enlucimiento de las paredes interiores con cal y el tejado de su cubierta, colocando finalmente una campana grande y un campanillo. Esta estructura es la que se conserva en la actualidad.
Es de destacar que, para esta obra, a diferencia de la anterior ampliación, la cal se fabrica en Pioz, con piedra caliza de la zona, para lo que se construyó una calera al inicio de las obras, en 1510, que se conserva en la actualidad junto al actual camino del Monte Aguilar, ya próxima al monte.
La mayor parte de la financiación de esta obra corrió a cargo de la propia Iglesia de Pioz, apoyada por el Arcedianadgo de Guadalajara, el II Señor de Pioz, Pedro Gómez de Ciudad Real, y el propio Concejo de la Villa.
En 1515 queda registrada en Libros la reforma y acondicionamiento menor de la Capilla de San Nicolás. Ésta ya estaba referenciada en Libros como una capilla exterior anexa, con acceso desde fuera de la Iglesia. No se tiene conocimiento preciso de su ubicación, pero por lo que se puede deducir, podría estar situada próxima a la entrada de la Iglesia, quizás en el emplazamiento que posteriormente tendría la Sacristía.
Unos años después, en 1522, se aborda el amurallado de lo que entonces se denominaba como “Cortijo de la Iglesia”. Se trata del recinto frente a su frente sur, donde se ubica la entrada, formando la barbacana que ha llegado hasta nuestros días. Las obras se realizaron en un tiempo breve, entre abril y agosto de ese mismo año y fue dirigida por el mismo maestro cantero que dirigió las obras de la torre, Juan de los Helgueros.
En su ejecución, se procedió a un relleno del área, para sobre elevar el terreno respecto a la Plaza Mayor, construyendo el muro perimetral, con piedra y cal extraídas en Pioz, coronándose éste con un denominado “pasamanos” de piedra caliza labrada, con sección trapecial, utilizándose también piedra caliza labrada para las esquinas, los postigos de la entrada y las escaleras de acceso.
Entre 1547 y 1553 se aborda una nueva ampliación de la Iglesia, se trata de la construcción del atrio porticado frente a la entrada, incluyendo el piso superior que se asienta sobre este, al que se dota de un acceso exterior independiente, junto a la torre. Además, se realiza una nueva sacristía, contigua al atrio, que sustituye la antigua, que se encontraba al final de la nave principal de la Iglesia.
Esta obra, conservada hasta nuestros días, es una de las estructuras que da más realce y caracteriza la entrada de la Iglesia desde la barbacana. Exhibe un magnífico trabajo de cantería, resaltando las columnas rectangulares de piedra caliza, de una sola pieza, que sostienen los arcos. Las obras fueron dirigidas por el Maestro cantero Juan de Valmaseda, contando con el apoyo de dos Maestros de cantería, Juan de Pravés y Pero Martínez Carriazo y, como Maestro Carpintero, Alonso de Carasa.
Tanto de los propios Libros de Fábrica como de los Libros de Difuntos, que se conservan, casi en su totalidad, desde 1565, se conoce que la Iglesia contiene en su interior todos los enterramientos que se realizaron en Pioz hasta 1836, referenciados a las denominadas rafas, líneas imaginarias paralelas, perpendiculares a la estructura longitudinal de la nave central y a la de la de capillas. Hasta la realización del nuevo atrio, se utilizaba el espacio de la entrada para el enterramiento de los pobres que no podían costear las tasas fijadas para los llamados rompimientos de sepultura, pero una vez construido éste, todos los enterramientos se realizan en el interior de la Iglesia.
De los siglos XVII y XVIII no se han conservado registros de la Fábrica de la Iglesia, por lo que no se tiene conocimiento de las posibles obras o reformas que se han podido realizar en este periodo, si bien no es previsible que éstas fueran significativas, ya que fue el periodo anterior, los siglos XV y XVI, los de mayor esplendor y mayor concentración de recursos financieros en la Iglesia y en la Villa.
Si se conoce que la Iglesia pudo verse afectada por la destrucción que se dio en Pioz en agosto de 1607, consecuencia de la incursión de las tropas catalano-aragonesas en la Guerra de Sucesión, en la que resultó arrasado el pueblo.
De igual forma, se conoce, por tradición oral, que en el transcurso de la Guerra Civil de 1936 se destruyeron todas las imágenes y el retablo del altar mayor, del que solo quedó su parte superior, desaparecieron las campanas de la torre. Como consecuencia, toda la imaginería y la parte baja del retablo actual fue repuesto, con financiación de la propia Iglesia y de los feligreses, en los años 40. También la campana actual fue traída con posterioridad a la guerra, procedente de otra iglesia, dadas las inscripciones que tiene insertada en su fundición.
Reformas recientes, además de reacondicionar la Iglesia para su uso actual y el necesario mantenimiento de cubiertas y solería, han tenido alguna incidencia en su estructura, es el caso de la Sacristía, que se ha realizado de nueva planta, en el mismo, emplazamiento y con la cantería existente, pero con unas dimensiones más reducidas que la previa.
Para iniciar la visita al interior de la Iglesia de Pioz entramos a través del patio ajardinado que está rodeado de una barbacana que cierra el recinto. Atravesamos el pórtico y entramos por la doble puerta de dos hojas a la nave rectangular con el coro a sus pies y su crucero cuadrado rematado con un ábside semicircular. En la nave lateral se adosan capillas y en la otra nave la sacristía y un atrio cubierto. En el centro del crucero una gran cúpula y otra más pequeña en la nave lateral. Además de su estructura, también despiertan nuestro interés otros elementos de la Iglesia:
- La torre y su Campana: durante el siglo XVII se realizaron obras de arte para las iglesias de Guadalajara y sus pueblos, por orden directa del Arzobispado de Toledo. En la relación de piezas creadas se hace referencia a una Campana hecha por el artista Pedro de la Sota en 1639 para la Iglesia de Pioz. Esta Campana no se conserva y la que está actualmente en la torre que se compró a mediados del S. XX. Tiene grabadas varias inscripciones: en la parte superior, tenemos la fecha de su fundición “año de 1768”.
- El altar mayor y su retablo con la escultura de San Sebastián en el centro.
- La pila bautismal de piedra, de una sola pieza.
- El coro con el órgano: su instalación data de los años 1567-70. En la actualidad se conserva la estructura exterior de madera, pero sin ninguna pieza en su interior.
- La Custodia que tiene grabada la fecha de 1673 y en su inscripción figura “dorada por Cristóbal Díaz y María Gutiérrez “. (Está documentado que Cristóbal ingresa en el Colegio de Plateros de Toledo el 5 de junio de 1663, y María es la esposa de uno de los plateros de la época)
- La Cruz Procesional: con la marca de Antonio Faraz se terminó de labrar en 1564. El trabajo de orfebrería hecho en ella y sus grabados son espléndidos y el cuadrón delantero detrás del Cristo se representa un fondo paisajístico como símbolo de la Jerusalén Celeste y un icono de la propia villa al incluir una fortaleza amurallada.
- Entorno a una Iglesia, en las fechas de su construcción había otros edificios que ahora no tienen ese uso, pero que en su tiempo estaban habitados por personas y
- usos relacionados con la Iglesia: la casa del Cura y de algún presbítero, otras casas dedicadas a la escolanía, y la casa de alguna Cofradía. También están las ermitas, tenemos constancia de tres ermitas en Pioz, de las que sólo hemos visto la de la Soledad, que estaba en el camino de la Noria, donde en su lugar se levanta una. Cruz.